A los miles de hechizados con la magia blanca
De mi esclerótica.
Las letras en el oído son cada una de mis huellas,
Y sí, aguja e hilo para zurcirme los surcos
Cuando leo otra vez mis dedos sin tino,
Cansados, quemados, pero para eso
Tengo su sombra chinesca en mi camino
Y un abrazo más que sabido,
Se les quiere desde la distancia
Y se les ama como a lo más cercano.
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